Esta oración
fue prescrita por Pío XI en 1925
para la fiesta
de Cristo Rey
¡Dulcísimo Jesús, Redentor del
género humano! Míranos humildemente postrados delante de tu altar; tuyos somos
y tuyos queremos ser; y a fin de vivir más estrechamente unidos a Ti, todos y
cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a tu Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás te han
conocido; muchos, despreciado tus mandamientos, te han desechado. ¡Oh Jesús
benignísimo!, compadécete de los unos y de los otros, y atráelos a todos a tu
Corazón Santísimo.
Señor, sé Rey, no sólo de los hijos
fieles que jamás se han alejado de Ti, sino también de los pródigos que te han
abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna porque no perezcan de
hambre y de miseria.
Sé Rey de aquellos que, por
seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Ti;
devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se
forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.
Concede, ¡oh Señor!, incolumidad y
libertad segura a tu Iglesia; otorga a todos los pueblos la tranquilidad en el
orden, haz que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz:
¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él entonen cánticos
de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.
LISTA DE VÍDEOS PARA ORAR CON LOS SALMOS
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